BRUJAS Y MAGAS

El décimo conjuro de Odín habla de brujas que vuelan y cambian de forma. Esto nos lleva a la brujería durante el paganismo, tema del que diré muy poco porque apenas tenemos datos. Lo cierto es que así como había una práctica habitual y aceptada de la magia con fines sobre todo curativos y propiciatorios, existían también personas que abusaban de ella y que la empleaban más para hacer daño a otros que en puro beneficio propio. Estas personas eran temidas y mal vistas socialmente, aunque es seguro que más de uno acudiría a ellas para conseguir lo que no podía lograr por otros medios. Bueno, esto le sonará familiar, es la eterna historia de la magia y lo encontramos en todas partes.

En Germania las brujas solían ser mujeres, de lo que tenemos bastante ejemplos en nuestras fuentes literarias, aunque existen también referencias a brujos. Pero eso sí, parece que solamente las brujas eran capaces de desplazarse por el aire y de cambiar su forma, transformándose en aves, que es precisamente contra lo que actúa el conjuro odínico.

También viajaban a lomos de lobo, tema al que se hacen varias referencias en nuestros textos, lo que acerca estas brujas a las valquirias, pero también a las etonas y otras figuras femeninas de carácter fúnebre. Sobre la transformación en ave encontraremos varios ejemplos; baste ahora con señalar que eran diosas las que hacían tales cosas, que hay varios ejemplos de reinas capaces también de esa transformación para practicar la magia y que el motivo de las mujeres voladoras y cambiadoras de.forma permaneció largo tiempo en el folclore escandinavo.

Sabemos poco en cambio sobre la «organización» de las brujas, pero todo parece indicar que no existían cosas como los famosos aquelarres, noches de Walpurgis y demás costumbres y leyendas medievales: cuando se desplazaban de la forma que hemos visto, era para cumplir una función concreta.

Desde luego no viajaban en escoba, pero sí en báculo o vara mágica (vara grande, por cierto, como un cayado, no la famosa varita de las hadas madrinas). Como hemos encontrado algunos de esos cayados y las referencias literarias son numerosas, no parece haber duda sobre los usos mágicos de estos objetos, que consistían en una vara larga de la que salían tres o cuatro ramas en posiciones que, seguramente, tenían algún significado que ignoramos.
©Enrique Bernárdez, LOS MITOS GERMÁNICOS

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